24 jul 2010

Dolor y tristeza como noticia

¿Cuándo descubrió la televisión la alta rentabilidad de las lágrimas en vivo y en directo y como noticias abridoras de sus noticieros centrales? los melodramas del cine primero y los radioteatros después fueron eficaces bombas lacrimógenas para todos pero había una diferencia fundamental: nosotros “sabíamos” que eso era mentira y que los guionistas apelaban a lo que se llama periodísticamente “fibras íntimas” para convocar un par de lágrimas y, porqué no, hasta un sollozo.

Pero hay un momento en la historia de la TV (punto de quiebre que no ubico pues no soy especialista) en que los periodistas se convierten en una especie de guionistas y transforman lo que antes era una noticia en un espectáculo que se rige más por los ritos y códigos de la dramaturgia que por los simples y venerables de la información.

Ningún noticiero local de hoy que se respete abrirá su escenario anunciando lo que ha pasado de importante y significativo en el país y mucho menos en el mundo, porque aquí de lo que se trata es de mostrar cómo lloran los demás por la muerte de sus seres queridos.

“¿Tenemos un buen velorio?” es probable que pregunte un editor a sus reporteros, a juzgar por las imágenes que nos ofrecen. La política, la economía, los movimientos sociales, que antes eran las nuevas principales han sido definitivamente postergadas por el desfile de dolientes de padres de familia asesinados, niñas secuestradas, madres mal atendidas en hospitales, jóvenes secuestradas, desconocidos atropellados y muertos, autobuses desbarrancados, obreros abaleados por sicarios, empleados infortunados ultimados por “marcas”… Y cuando no hay imágenes reales está la solución de la Dramatización del hecho en que actores reconstruyen el suceso.

El periodismo solía tener una respuesta ante reclamos por exageraciones: “solo somos mensajeros… ustedes ponen los hechos y nosotros los contamos como noticia”. Y es verdad pero solo parcialmente porque el buen periodismo jerarquiza, escoge y difunde lo significativo.

Es, en suma, el dolor como espectáculo.

Y en este orden de cosas hay también que llamar la atención sobre la pobreza convertida en atracción televisiva. Una vez por semana un programa de televisión lleva a alguna figura conocida para que comparta las penas y pesares de una familia que debe ser lo más mísera imaginable, y escogen tan bien que los pobres se sienten reconfortados de ver como hay más pobres que ellos… Esto es lo que tenemos aquí: una televisión trivial, empobrecida, que –salvo raras excepciones- ha abandonado su rol informativo para convertirse en un espectáculo de miserias.

Por Juan Gargurevich, docente de periodismo de la Univerdad Católica de Lima y de la Universidad Mayor de San Marcos

23 jul 2010

Helada Vs. Friaje

“Puno vive un fuerte temporal de friaje”, “friaje afecta el sur del país”, “niños mueren a causa del friaje en Puno”, “declaran en emergencia varios departamentos del país por ola de friaje”… desde el inicio de la temporada de invierno (o días antes), titulares como estos se han venido dando en los diferentes medios de comunicación no solo del ámbito regional sino nacional, donde equivocadamente se viene confundiendo el termino friaje con el de heladas o quizás bajas temperaturas, que desde el uso de la terminología en la gestión de riesgo de desastres, ésta se halla desencajada con la realidad que se vive en las zonas altoandinas.

Este yerro también viene siendo repetido hasta el hastío por el mismísimo jefe del Estado, Alan García Pérez, quien en sus múltiples anuncios de ayuda a los damnificados y/o afectados por el taladrante frío, pronuncia el termino de “friaje” en vez de heladas. Según los compendios que se abocan a tocar el tema, precisan que el friaje, es un fenómeno (como lo son las heladas) que se dan en las zonas tropicales y subtropicales (zonas húmedas y de calor) de nuestro país, donde las temperaturas mínimas de frío no llegan por debajo de los cero grados centígrados.
Otra característica es que son fenómenos dinámicos, es decir que se pueden presentar esporádicamente en diferentes temporadas del año, conocidas en la zona de selva como el frío de San Juan. Es preciso aclarar que este descenso de la temperatura, llega a valores positivos de hasta cinco grados centígrados o quizás menos, causando daños en los campos de cultivos y la salud de las personas, debido al cambio brusco de éstos, pero los daños son menores comparativamente con las heladas.

Entre tanto la helada, de cuerdo a la terminología básica que maneja el Instituto Nacional de Defensa Civil (Indeci) precisa que: “…se produce cuando la temperatura ambiental baja debajo de cero grados. Son generados por la invasión de masas de aire de origen Antártico y, ocasionalmente, por un exceso de enfriamiento del suelo durante cielos claros y secos… es un fenómeno que se presenta en la sierra peruana…”.

Adicional a esa definición podemos decir que las heladas se presentan en las zonas altoandinas ubicadas por encima de los 3 mil 500 metros sobre el nivel del mar (y hay casos en que se registran por debajo de esa altura), donde la temperatura llega a valores extremos tales como los que se dan en los distritos de Mazocruz, Capazo, Conduriri, Pizacoma y otros del lado sur de la región Puno, donde se estima que el frío y no “friaje” alcance hasta los 27 grados bajo cero, según los últimos reportes del Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología (Senamhi). El fenómeno de las heladas son estáticas en su mayoría, pero ahora con la alteración climática que se presenta no solo en nuestro país sino en el mundo entero, se están prolongando más de lo debido, por lo general la estación de invierno se inicia a fines del mes de junio y finaliza al concluir el mes de agosto o las primeras semanas de setiembre, pero de acuerdo al Senamhi la temporada de bajas temperaturas se inició el mes de mayo y se estima que dure hasta el mes de octubre, a pesar que Puno, por su ubicación geográfica siempre presentará un invierno prolongando, debe preocuparnos que el extremo frío persista cronológicamente más de lo acostumbrado.

Después de lo precisado, todos, comenzando desde el presidente de la República y su séquito de asesores (incluyo al Indeci) a no confundir o relacionar la palabras frío con fríaje, utilizando este último para desinformar y confundir el término de heladas, porque empleando una terminología adecuada en Defensa Civil comenzaremos a forjar la tan anhelada Cultura de Prevención que el país necesita con suma urgencia.

Por Héctor Chambi Holguín

22 jul 2010

Los medios de comunicación y la prevención de desastres

Otra vez lo mismo. “los desastres naturales causan estragos en varias regiones del país”, “continúan los daños por la inclemencia de la naturaleza”, “varios departamentos del país son azotados por los desastres naturales”... de seguir mencionando los titulares o los comentarios que en los últimos días se han venido dando en los distintos medios de comunicación, simplemente la lista sería muy larga y hasta tenebrosa.

Es verdad, vivimos en un país donde es común la presencia de fenómenos naturales peligrosos, que pueden ir desde un ligero movimiento sísmico hasta lluvias persistentes que desencadenan otras amenazas. Pero ¿Por qué esperar hasta que estos fenómenos naturales provoquen estragos en la población?, ¿Qué es lo que esta fallando, o mejor dicho, qué es lo que estamos dejando de hacer? Quiero centrarme esta vez en los medios de comunicación -que en la práctica son medios de información- para hacerles recordar que su trabajo no sólo debe estar dirigido a hacer que las “noticias malas sean buenas para ellos”, es decir, orientar principalmente su atención a las pérdidas de vidas humanas o los daños materiales provocados por un desastre, y más no en impulsar una cultura de prevención, en los procesos de desarrollo local.

Recuerdo muy bien la intervención de una periodista de un medio escrito de Lima (Perú 21), que fue invitada como panelista al taller sobre los retos de la comunicación en la gestión del riesgo/prevención y atención de desastres, desarrollado el mes de febrero de 2008 por la Comunidad Andina. Ella comentaba sobre la censura de su nota periodística enviada desde una de las zonas de Pisco, afectadas por el terremoto del 15 de agosto. Su artículo no fue publicado debido a que en el mostraba el lado positivo tras el desastre: la organización y respuesta de los moradores por reponerse de los daños.

Su medio -como la mayoría, por no decir la totalidad- quería una nota periodística “vendedora” que muestre los muertos, los heridos y el dolor de los deudos. Sólo en estas actitudes nos damos cuenta que los medios y también los comunicadores, se están excluyendo de su responsabilidad como actores principales para impulsar una cultura de prevención.

El rol de los medios escritos, televisivos y radiales, está justamente en informar, educar y generar opinión, sobre un determinado hecho. Lo fundamental aquí es que se valore estas características elementales de la comunicación, pero abocada a la gestión del riesgo o conocida como la prevención y atención de los desastres. Lo correcto, es que se comience a abordar el tema de los desastres, no cuando éstos se hayan dado, sino antes, es decir en la prevención o manejo del riesgo, y una de las formas de hacerlo es orientando o exhortando a las autoridades para que fortalezcan sus comités de Defensa Civil, o consideren en sus presupuestos participativos recursos para el manejo del riesgo o prevención de desastres.

También se debe incentivar a que el tema se incorpore en la Currícula Escolar, porque se sabe que formando niños con una cultura preventiva, se tendrá generaciones que comprendan y valoren que la naturaleza no es “mala”, y muy por el contrario, entiendan que la forma más correcta de convivir con la ella, es conociendo su proceso de reacción cíclica, y claro, haciendo una oportuna gestión del riesgo de desastres. Gustavo Wilches-Chaux, especialista en temas de comunicación en prevención de desastres, sostiene que la función esencial de los comunicadores está en restablecer los lazos comunicacionales entre las comunidades y la naturaleza, llevando la información desde la ciencia o lo académico hacia la población y a su vez estos se conviertan en herramientas colectivas de adaptación a los cambios. Mientras que lo científico y técnico sea orientado hacia las autoridades para que se concreticen en decisiones políticas de gestión de riesgo de desastres.

Sabemos que marcha de manera lenta pero positiva, el proceso de empoderamiento sobre el rol que les toca desempeñar a los comunicadores frente a la prevención de desastres, pero lo que se espera más adelante es que los titulares o comentarios sobre la ocurrencia de fenómenos naturales peligrosos, no sean más: “los desastres naturales causan estragos en varias regiones del país”, “continúan los daños por la inclemencia de la naturaleza”... sino por el contrario: “oportuna aplicación del Sistema de Alerta Temprana evitó que población sea afectada por desborde de río”... “comunidad entera evacua de zona de deslizamiento, conscientes del peligro al que están expuestos”... “en 90% disminuyen los desastres en todo el Perú, esto por la oportuna prevención hecha por los comités de Defensa Civil”.

Por Héctor Chambi Holguín

La gestión del riesgo: un equilibrio entre el desarrollo y el ambiente

Allan Lavell doctor en Geografía Económica, de nacionalidad británica, especialista en gestión de riesgo de desastres, en una entrevista concedida a Repiensa nos habla de la importancia de que la gestión del riesgo sea aplicada en todo proceso de desarrollo.

Repiensa: ¿Qué experiencia tienes en temas de gestión del riesgo de desastres?
Allan Lavell: A nivel internacional principalmente me he involucrado en debates académicos y de práctica. En América Latina hemos estado inmersos en el desarrollo de conceptos, ideas, nociones e instrumentos. En la práctica, con algunos proyectos de intervención en distintos países de la región.

R: Has precisado que en América Latina no se estaría aplicando como debe ser la gestión del riesgo en el desarrollo.
AL: La condición de riesgo asociado es algo que nosotros a través de nuestras prácticas contribuimos a crear. Entonces la gestión del riesgo efectivamente tiene que ser visto como una gestión de un desarrollo equilibrado en consonancia con el ambiente que nos da sustento.
Si excedemos los límites que el ambiente nos ofrece, en consecuencia vamos a encontrar que creamos condiciones de riesgo, y eventualmente vamos a perder frente a un evento físico determinado, entonces no es un problema que haya eventos físicos impuesto sobre nosotros y nuestra voluntad, y ellos causan el daño; pero nosotros causamos las condiciones por el lugar dónde vivimos, en qué condiciones existimos, los que facilitan que las pérdidas se den.

R: ¿Un evento natural causaría menos daño siempre y cuando seamos menos vulnerables?
AL: Primero tenemos que estar expuestos a que nos impacte el evento. Como digo sino vivimos en una planicie de inundación, no podemos ser sujetos de inundaciones, pero sino podemos evitar exponernos, entonces hay varias facetas de la vulnerabilidad que debemos de controlar. Por ejemplo, si vivimos en una zona sísmica, tienes que construir con técnicas sismorresistentes, esto es lo que se llama reducir la vulnerabilidad física. Por otra parte hay otros mecanismos de control de factores de vulnerabilidad asociado con la organización social, la planificación del uso de suelo, y todos contribuyen a reducir el nivel de riesgo.

Ahora bien, muchas veces es imposible eliminar el riesgo completamente, estamos hablando de intervenciones que nos permiten poner el riesgo dentro de límites aceptables utilizando las técnicas y mecanismos que existen, como la diversificación agrícola en zonas de sequía, utilización adecuada de cultivos en zonas de inundación, construcción de casas adecuadas en zonas sísmicas, permitiendo transferir el riesgo a través de sistemas de seguros, por ejemplo.

Puede haber el mismo acto de desarrollo, tener mayores ingresos, mejor condición social, es un acto de reducción de riesgo, porque si yo tengo más ingresos puedo comprar un terreno decente y no uno sujeto a una inundaciones o deslizamiento. Pues sino tengo el ingreso, sinceramente no lo podré hacer, sencillamente me condeno a la ubicación de zonas inseguras. Entonces el desarrollo mismo, el aumento de los factores de bienestar nos permite contribuir a nuestra propia autoprotección, construyendo mejor y ubicándonos en un lugar seguro.

R: ¿A qué te refieres cuando decías que muchos hacen soluciones cosméticas y no de fondo?
AL: Lo cosmético (sonríe) es una forma de decir que no resuelven el problema de fondo, entonces es igual que el cosmético que lo pones en la cara para esconder una manchita o lo que sea, pero no lo hace desaparecer. Entonces, por ejemplo, cuando reubicamos a una población de alta amenaza a una zona de menor amenaza resolvemos un problema, es cierto, esa población está en mejores condiciones de seguridad; sin embargo sino interrumpimos el proceso a través del cual la población se encuentra en ese tipo de ubicación, entonces estamos trabajando sobre un aspecto del problema, pero no desde lo más profundo. Se debe conocer por qué la gente vive en zonas de amenaza, por qué están condenados por falta de ingresos a vivir en pendientes de 30 o 35 grados que se van a deslizar, o vivir en los lechos de los ríos o encima de las fallas sísmicas.

R: Has enfatizado que los desastres retrasan el desarrollo de un país y muchas veces es una oportunidad para un cierto grupo.
AL: Sí, cada crisis representa una oportunidad. Los desastres cuando ocurren, sin lugar a dudas destruyen bienes y vidas, y en consecuencia van en contra de las personas más pobres, porque aquellos que son de una clase media tienen un seguro que se encargará de reconstruir su vivienda destruida.

Una persona pobre muchas veces no tiene mecanismos para recuperarse; sin embargo cuando viene el proceso de reconstrucción son oportunidades para lo que llamamos el capital, de ahí se aprovechan contextos. Yo te cito un caso, durante un sismo en Costa Rica en el año 1991, los campesinos y pequeños propietarios perdieron muchos de sus medios de vida, tenían deudas con los bancos o con otros prestamistas, pero el evento redujo su capacidad de pago por falta de venta, entonces fueron sujetos de presión de las grandes empresas transnacionales de banano quienes les exigían a que les vendan sus terrenos, dejando a los campesinos sin tierras. Entonces esa es una oportunidad que se abre por un desastre, porque destruye la capacidad de muchos de sobrevivir y son sujetos a expropiación, entre comillas, de sus propiedades y negocios, y alguien se mete y saca provecho del contexto.

Yo cité en la plática ejemplos del sureste de Asia con el tsunami donde los pescadores pobres de Frilanka fueron desplazados en el interés del desarrollo de la gran industria turística en las playas que ellos ocupaban.

No podemos decir que todo es malo, pero hay una oportunidad para que alguien saque provecho y el desastre se convierte en oportunidad.

R: ¿Cuáles son las tendencias en estos últimos años de la gestión del riesgo?
AL: La tendencia del tema en general de desastre, es primero un movimiento hacia una consideración más de qué es riesgo, por qué construimos riesgo. En la sociedad ese riesgo se va a convertir en desastre, pero nos interesa disminuir el riesgo, y eso es muy importante porque antes estábamos más amarrados por la idea de que lo único que uno podía hacer era prepararse y responder a los desastres, y después reconstruir. Ahora está ampliamente aceptado que hay mecanismos muy importantes en torno al uso del suelos, el manejo ambiental, que permiten reducir ese riesgo y no es necesario que la gente enfrente desastres de tanta magnitud, quizá tengan pérdidas de algún tipo, pero podemos reducirlos.

Entonces la gestión del riesgo en su versión más actualizada, es una llamada de atención entre el riesgo y desarrollo, en la necesidad de planificar el desarrollo a la luz del riesgo que puede estar creando. Podemos pasar de reactivos a preventivos, y en consecuencia reducir el estrés, agonía y sufrimiento de muchas poblaciones cuando estos eventos ocurren.

R: Allan, qué les podrías decir a la población.
AL: Primero que haya consciencia amplia del riesgo que enfrentan. El comienzo de todo proceso de intervención es reconocer que existe y su importancia dentro de las metas y objetivos de operar de la forma más participativa, porque el riesgo otros lo ven como algo importante y otros no.

Reconocer que hay veces que es difícil intervenir, siempre hay algo que hacer, entonces el arte de la gestión del riesgo es poder implementar lo que es implementable en las condiciones sociales, económicas, políticas, culturas que reinen en un lugar particular para lo cual no hay recetas, pero la construcción colectiva de una solución es un buen comienzo al proceso.

Entrevista: Héctor Chambi Holguín

Equipo básico para casos de desastres ante sismos

Hay la necesidad de que estemos preparados para enfrentar un movimiento sismico de las mismas o quizá de mayor grado de destrucción como lo acontecido en Chile el pasado mes de marzo, o tal vez como el terremoto del 15 de agosto del 2007 o del 23 de junio del 2001.

Al parecer estamos tomando conciencia de la importancia de la organización y funcionamiento de los comités de Defensa Civil desde todo nivel; asimismo el fortalecimiento de las juntas vecinales, barriales, etc, para adoptar medidas de preparación y respuesta a las emergencias y desastres.

El Centro de Estudios y Prevención de Desastres - Predes, ha formulado una serie de recomendaciones orientadas a las familia, desde donde debe partir la organización y preparación a través de un Plan Familiar de Emergencia.

Entre el contenido de este plan, está las recomendaciones de qué se tiene alistar como parte de un maletín básico para casos de desastres ante sismos el cual puede aporyarnos a sobrevivir por lo menos dos días, hasta que llegue la ayuda o la logremos encontrar.

Equipo básico
Consideremos que por lo menos requerimos elementos y alimento para dos días.
1. Una muda de ropa por cada miembro de la familia.
2. Botiquín básico de emergencia (Considerar medicinas específicas si hay un miembro de la familia bajo tratamiento especial o enfermedad crónica).
3. Linterna y juego de pilas de repuesto.
4. Navaja multiusos.
5. Radio portátil, con baterías de repuesto.
6. Líquido o desinfectante (los que solo se frota en las manos y no necesita agua).
7. Velas.
8. Fósforos.
9. Bolsas de plástico grandes (las negras de basura sirven).
10. Alimentos enlatados que se habrán con argolla.
11. Galletas de soda.
12. Agua.
13. Pastillas para desinfectar el agua.
14. Menaje básico (platos, tazas, cubiertos).
15. Toallas higiénicas (En caso de damas adultas).
16. Copia de Juego de documentos personales de los miembros de la familia.
17. Mantas o cobertores, una por miembro de la familia.
18. Papel higiénico, papel toalla.
19. Dinero en efectivo.

Recomendaciones
1. Ir a dormir dejando calzado y ropa de abrigo a la mano.
2. Dejar de noche una luz encendida en casa que alumbre la salida, escalera, etc.
3. Al lado de la puerta debe estar el equipo básico de emergencia y un juego de llaves de la casa.
4. Si da el tiempo, hay que bajar la llave general de energía eléctrica.
5. Cada miembro de la Familia debe cumplir un rol en el momento del sismo, quien saca el equipo básico, quien abre la puerta, quien baja la llave, etc.
6. Tratar de salir a un lugar descampado observando no puedan caer vidrios, postes, paredes etc. (proteger la cabeza)

Fuente: Predes

Los comunicadores que ayudarán a salvar el mundo

“La generación que será testigo de sus efectos ya está viva, y tiene menos de 33 años. Ésta representa el 64% de la población actual, y sufrirá las consecuencias en los próximos 42 años (2008-2050)”, así de duros serán los estragos que ocasionarán los efectos del Cambio Climático, y en el cual esta inmersa toda la población mundial para hacer algo por reducir sus consecuencias.
Aquí los comunicadores (me incluyo) cumplimos un rol importante, primero el de estar informados correctamente y saber utilizar con oportunidad y tino las herramientas comunicacionales que pueden contribuir a que la población sea conciente que si no comienza a hacer algo al respecto, quizá su reacción más adelante sea en vano.
Creo necesario seguir citando los datos que ha considerado la Secretaria General de la Comunidad Andina en su informe denominado El Cambio Climático no tiene fronteras, publicado en mayo del presente año, donde en parte de su documento de 37 páginas, enfatiza datos que debe preocuparnos para hacer algo al respecto: “Al 2025, el daño económico en los países de la Comunidad Andina significaría una pérdida aproximada de 30.000 millones de dólares anuales, equivalentes al 4.5% de su PBI, pudiendo comprometer el potencial de desarrollo de todos los países de la subregión”.
Asimismo, aclara: “Los verdaderos culpables del Cambio Climático son nuestros hábitos más cotidianos y las políticas sin visión de futuro, regidas primordialmente por intereses económicos. Desde los orígenes de la humanidad hasta mediados del siglo XX la población de la Tierra alcanzó 2.5 mil millones de habitantes. Pero durante los últimos 50 años, la población mundial se ha incrementado a 6.5 mil millones que presionan por obtener niveles de vida y de consumo similar a los que disfrutan los países desarrollados (…) la presión demográfica será mucho mayor, ya que se proyecta para el año 2050 una población mundial de 8.9 mil millones de habitantes”.
Si le damos una chequeada a los medios impresos, los canales de televisión de señal abierta y a las emisoras radiales, nos daremos cuenta que al tema que otros países le dan importancia, nosotros lo dejamos de lado, prefiriendo abordar noticias o programas que den más rating o rédito económico.
Pero podemos colegir que tratar a medias estas informaciones no es enteramente nuestra culpa. Lo que sucede es que los canales de interrelación entre los comunicadores y los generadores de las investigaciones vinculados al Cambio Climático, prevención de desastres o sobre el calentamiento global, es muy débil. Adicional a esta barrera comunicacional, se evidencia la frágil preparación del comunicador para afrontar el tema, viéndose en mucho de los casos, que cuando llega la información a sus manos, solo atinan a publicarla (si lo ve noticiosa), sin ni siquiera hacerle una comparación o relación con su entorno local. No olvidemos que una buena información periodística es aquella que tiene un seguimiento y desenlace final. La noticia no termina mientras no se haya llegado a forma opinión pública que reaccione frente a lo informado.
De ahí parte la necesidad urgente de que en cada escuela de comunicación social, ya sea de universidades nacionales o privadas, se comience a formar a comunicadores especializados en la gestión del riesgo de desastres, donde está inmerso el Calentamiento Global y todo lo que se devienen de ellos.
Que se formen profesionales que primero sean concientes del problema que vive el mundo entero y cuáles serán sus repercusiones a corto y mediano plazo; y que luego a través de múltiples herramientas de comunicación sepan como hacer que la población reconozca, entienda y valore que el entorno natural donde vivimos es lo único que tenemos, y que sino hacemos algo por salvarlo, sucumbiremos junto a él.Tengo entendido que en otros países como Colombia y el Brasil, por solo citar América Latina, se ha tomado la decisión de fomentar esta especialización. Esperemos que en nuestro país suceda lo mismo, porque la CAN en este mismo informe hace mención de la acelerada deglaciación de nuestros Andes: “Durante los últimos 30-35 años, el área total de glaciares de los Andes Peruanos se redujo en 22%, y el área de glaciares menores hasta un 80%, provocando disminuciones del 12% en la disponibilidad de agua dulce en la zona costera, donde se ubica el 60% de la población”. No esperemos que estas cifras vayan en aumento. Que el periodismo y los dueños de los medios de comunicación comiencen o retomen su verdadera función para con la población, porque cuando sea demasiado tarde… ya no habrá mucho que hacer.

Por Héctor Chambi Holguín

¿Periodistas integrales?

En estos últimos tiempos, hablar a secas: “soy un periodista… o un comunicador social”, sinceramente requiere de mucha meditación, por decirlo así. Digo, en estos últimos tiempos, y quiero referirme a los periodistas/comunicadores que dedican un espacio de su apretada agenda a la cobertura de temas sociales y básicamente a la prevención de los desastres, debido que las tendencias que en la actualidad se manejan, se orientan a formar profesionales integrales (que no es lo mismo que un sabelotodo).
En el seminario, Retos del Periodismo y la Comunicación para el Desarrollo en la Gestión del Riesgo de Desastres, desarrollado en Bogotá, Colombia en agosto del 2008, y el cual estuvo organizado por la Comunidad Andina, se abordó este tema, pero desde otras aristas, señalándose entre alguno de los aportes, que la comunicación debe tener un enfoque transversal hacia muchas disciplinas, y para esto se exige una mayor preparación y vinculación con los temas sociales.
Se decía por ejemplo que todavía existe fallas estructurales en muchos de los periodistas/comunicadores quienes tienen una débil formación humanística, y muy poco conocimiento de la política y la sociología, los que están estrechamente vinculados al cambio social.
Quiero citar parte de la entrevista que le hiciera a Ana María Millares, experta en periodismo cívico de la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín, Colombia, quien hace referencia a las llamadas fallas estructurales: “hoy los periodistas no están entendiendo el mundo que les están contando al ciudadano (…) me parece que estamos fallando en estos fundamentos socio humanísticos (…) las nuevas generaciones de periodistas no están asumiendo el periodismo como una causa, están pensándolo como un asunto de empleo o burocracia, y en ese sentido hemos perdido enormemente los valores iniciales del periodismo”.
Para Juan Gargurevich Regal, profesor de periodismo de la Universidad Católica y la San Marcos, un buen periodista debe tener una sensibilidad social y una preparación técnica adecuada: “el periodismo responsable necesita estar entrenado para advertir, avisar o decir a las personas que deben estar preparadas para asistir a futuros eventos que no sabemos cómo terminarán (…) un buen periodista debe ser un grato encuentro entre la excelencia periodística y la sensibilidad social. Entonces un periodista que tenga todas las armas o herramientas para hacer periodismo, y que tenga a su vez gran sensibilidad social, es el profesional que nosotros podemos pedir. Me refiero a quienes siempre están interesados en la población, en lo que pasa”.
Al seminario al que hago mención líneas arriba, asistieron periodistas-comunicadores de los países de Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú, quienes de algún modo tienen que ver o tratan en lo posible de hacer el abordaje de los temas de la prevención de los desastres, que dicho sea de paso en los últimos meses ha ido incrementando el interés de informar para prevenir o mitigar los posibles daños que podría ocasionar un evento natural ante el grado de exposición o vulnerabilidad de las poblaciones frente a estos peligros.
Entonces lo que se necesita es que nosotros los periodistas-comunicadores comencemos a tomar conciencia del rol que nos toca asumir frente a la sociedad, para que a través del mensaje que les demos, se pueda en lo posible contribuir a reducir los riesgos de desastres.
Pero el tema no sólo queda ahí, en informar, sino que va mucho más allá, en que nos fortalezcamos profesionalmente, porque el gran reto que tenemos, es el de estar a la vanguardia de los cambios o las tendencias del tratamiento informativo abocado al cambio social.
Valgan verdades, sino comenzamos a mimetizarnos y hacer un periodismo integral, no servirá de mucho el llamarnos periodistas o comunicadores sociales.

Por Héctor Chambi Holguín