20 oct 2010

El desastre de El Chicón, qué nos dice

Lo que ha sucedido en Urubamba con el huayco proveniente de la microcuenca Chicón, nos toca nuevamente la puerta y nos convoca a tomar con toda la seriedad el tema del Riesgo de Desastres, un tema dejado de lado, porque pensamos los desastres ocurren muy de vez en cuando y hay otros temas más importantes que atender.

El Riesgo de Desastres es algo que no podemos olvidar ni postergar. Dejar que se incremente el riesgo, solo nos acerca a nuevos y más grandes desastres.

La región Cusco está sometida al riesgo de desastres, por su accidentada topografía, por su constitución geológica, por la forma cómo se usa el territorio y se explota la cubierta vegetal y se deterioran las cuencas, por la forma caótica como se instalan los asentamientos humanos y crecen las ciudades, por la falta de planificación urbana y por la forma cómo se construyen las viviendas.

Urubamba está sobre una terraza aluvial formada por huaycos antiguos de diverso tamaño. Ese cono aluvial es parte de la microcuenca del Chicón, donde existe gran potencial de deslizamientos y desprendimientos desde las laderas, que se activan con las lluvias. El nevado Chicón está en acelerado proceso de descongelamiento. Precisamente por esa razón, hay mayor probabilidad de que ocurran caídas de bloques de hielo y desprendimientos que se pueden convertir en aluviones. La amenaza del Chicón se ha incrementado debido al Cambio Climático.

No es la única vez que un huayco ocurre por el río Tullumayo. Un aluvión se produjo el año 1941 y causó importantes daños. Hoy en día Urubamba se ha expandido mucho más, y es más vulnerable que 1941, porque hay más población y más construcciones. Urubamba no puede ignorar que el nevado Chicón es un peligro potencial.

En enero pasado Urubamba se inundó por la parte baja de la ciudad, donde existían edificaciones modernas y también viviendas sencillas, unas autorizadas, otras sin autorización que se acercaron temerariamente al río ocupando su llanura de inundación que debe ser inviolable. Ahora le tocó sufrir a la parte sur de la ciudad.

Lo que ha ocurrido tiene que ser tomado como un aviso de que hay un riesgo mayor. El riesgo se puede manejar, pero para ello hay que conocer el riesgo.

Pero no se invierte dinero en estudios de riesgo, el estado (nacional, regional y local) no tiene plata para estos usos. Solamente cuando haya una plata donada por alguna agencia de cooperación es posible hacer estos estudios, ¿será que somos un país tan pobre? Los estudios de riesgo, son fundamentales para planificar el uso del territorio, porque nos indican dónde están los peligros y a qué zona van a afectar.
De los estudios de riesgo se desprenden las medidas necesarias para reducir los riesgos y se puede hacer un plan de inversiones para dar seguridad a la población y a las inversiones. Pero, sin embargo, no tenemos plata para estudios de riesgo. Tampoco hallamos una fórmula para que sea posible hacerse estudios de riesgo. ¿Podría la Universidad San Antonio Abad, participar y tomar a su cargo los estudios de riesgo? ¿Cómo hacer posible que los recursos del Canon, que recibe anualmente la Universidad, se utilicen para otorgar este servicio a la sociedad?

¿Cómo podemos avanzar?

En el año 2005, el Instituto Nacional de Defensa Civil realizó estudios para Urubamba, Calca, Ollantaytambo, Sicuani, los cuales permitieron identificar y zonificar el peligro. ¿Los conocen los alcaldes?, ¿les han servido de algo?, ¿Algún alcalde podría decir que los ha usado para ordenar su territorio y realizar obras de mitigación de riesgos? El esfuerzo realizado por ese instituto tiene que ser complementado por nuevos estudios para avanzar hacia la caracterización y dimensionamiento de los peligros en el Valle Sagrado y a diseñar los planes de gestión del riesgo.

Las nuevas autoridades tendrían que tomar muy en cuenta los desastres ocurridos hasta ahora, los cuales demandan recursos económicos para atender las necesidades de los damnificados y afectados, que no se pueden dejar de lado. No solamente distraen recursos económicos dejando de lado otras inversiones, sino también genera descontento social, insatisfacción y sume a la población en la pobreza. Lo mejor es actuar anticipadamente, empezando por conocer los riesgos, y luego proponerse un plan para reducir los riesgos progresivamente. De nada sirve proyectar acciones de desarrollo, si se van a ver afectadas con los desastres.

Hacemos un llamado a las autoridades recién elegidas para tomar muy en serio el tema del riesgo de desastres y los impactos del cambio climático, asumir compromiso con estos temas que socavan la sostenibilidad del desarrollo. Con un sentido práctico, considerando que ya se inicia una nueva temporada de lluvias, participar en la formulación de los planes de contingencia para su provincia y distrito, tener su personal técnico experimentado en el cargo de Defensa Civil y no dejar vacío este cargo, instalar y fortalecer su Comité de Defensa Civil y que funcione de manera permanente durante la temporada de lluvia, poniendo a trabajar a sus miembros en diversas tareas de preparación para emergencias.


Por Gilberto Romero Zeballos
Especialista en gestión de riesgo de desastres
Predes