15 oct 2010

¿Que nos ha mostrado la última temporada de lluvias en Cusco?

Durante las últimas cinco décadas, de manera progresiva y espontánea, en las laderas alrededor del centro de la ciudad, se han ido localizando miles de viviendas, la mayor parte de ellas de adobe, construidas sobre suelos deleznables de alta pendiente, las cuales están sometidas actualmente a un proceso de desgaste y debilitamiento acelerado, por acción de las lluvias que las erosionan y les quitan parte del terreno que las soporta. Muchos plásticos azulinos se han visto colocados por los habitantes en su afán de protegerlas y evitar el desgaste y el posible colapso. ¿Cuánto tiempo más se podrá defender esas viviendas?

De otro lado, en el centro de la ciudad, existen muchas familias habitando en viviendas multifamiliares antiguas, deterioradas, debilitadas por el humedecimiento de las paredes producido por lluvias, filtraciones de agua, desagües y por drenes, las cuales presentan una alta densidad poblacional e incluso hacinamiento.

En el primer caso las viviendas nacieron vulnerables y están incrementando su vulnerabilidad aceleradamente. La temporada de lluvias pasadas nos mostró esas condiciones de vulnerabilidad y las zonas de la ciudad donde la situación es más crítica. ¿Habrá algún cambio para el próximo año?

En el segundo caso las viviendas antiguas devienen en vulnerables con los años, como consecuencia del deterioro físico, del sobreuso y el escaso mantenimiento.
En ambos casos la vulnerabilidad sigue acumulándose y no se hace algo significativo para detenerla. Esto refleja la poca importancia que tiene la PREVENCIÓN, en la escala de valores de la gente y de las autoridades. ¿Habrá alguien que se “compre el pleito” y tome la iniciativa de detener este proceso?

Ya es tiempo de gobernar el futuro y no solo atender los problemas del presente. Autoridades y población de manera concertada y participativa están convocadas a construir un ACUERDO para ordenar la ciudad, mejorar su seguridad física ante lluvias y terremotos y desarrollarla planificadamente.

¿Por qué hay gran vulnerabilidad?

a) Las viviendas que hemos construido no tienen la resistencia suficiente para soportar la acción de las lluvias.
b) Hay viviendas que están ubicadas en zonas de ladera donde el suelo es deleznable y fácil de ser arrastrado por lluvias.
c) Hay viviendas que están dentro del área de inundación que todo río tiene y debe estar despejada para que el río se expanda en épocas de crecidas. Pero hemos encajonado al río, hemos construido hasta el mismo borde.
d) Se ha debilitado las riberas de los ríos al quitarles la vegetación o extraer materiales.

¿Cómo reducir esta vulnerabilidad?

  • Que la Administración Técnica del Distrito de Riego (ATDR) haga la demarcación de las fajas ribereñas en los principales ríos. Estos hitos serán la señal visible que estas áreas no se pueden ocupar para viviendas ni otros fines. Es área intangible.

  • Hacer los estudios de riesgo de las zonas afectadas por lluvias e inundaciones para conocer cuál es el riesgo de que se afecten otra vez, esto permitirá definir dónde reconstruir las nuevas viviendas y cuáles son las medidas para reducir el peligro y la vulnerabilidad existente.

  • Definir proyectos de reducción de vulnerabilidad, tales como: tratamiento de cuencas y microcuencas, tratamiento de riberas de los ríos, estabilizar las laderas deleznables, etc.

  • Establecer el diálogo y concertación entre autoridades y población para adoptar medidas de reforzamiento de aquellas viviendas que son salvables, y reubicar aquellas que se ubican en zonas de peligro.

  • De cara al futuro, se necesita una gran concertación entre autoridades y población y quienes venden y habilitan tierras urbanas, para evitar y controlar la expansión de las ciudades hacia zonas de peligro.

  • Es necesario organizar todas estas propuestas en un Plan de Gestión del Riesgo de Desastres. La región lo tiene pero que cada provincia y distrito haga el suyo.

La vulnerabilidad acumulada a lo largo de décadas no se va a reducir en un solo año. Se necesitará varios años para reducirla progresivamente, pero hay que comenzar ya. Es una responsabilidad ética que no se puede eludir. Quienes se preparan para postular a gobernar en municipios y región no pueden dejar de lado este problema, porque todos necesitamos seguridad.

Por Gilberto Romero Zeballos
Especialista en Gestión de Riesgo de Desastres de Predes

Voces que esperan ser escuchadas

Han pasado más de ocho meses de los desastres y las viviendas continúan destruidas. Al respecto sólo voces aisladas aportan a la reconstrucción.

Felicitas dormía cuando ocurrió. Los gritos de los vecinos, el ruido del río que inundaba su vivienda y la torrencial lluvia que no dejaba de caer hizo que despierte a sus tres hijos y salga huyendo de su casa. Pasada las horas, observar que todo estaba destruido y que sus pertenecías navegaban en lodo y agua de la mañana, le hizo pensar que lo que estaba viendo era parte de una pesadilla; pesadilla que ese día era compartida por muchas familias de la provincia de Anta.

Los meses de enero, febrero y marzo ocasionaron las emergencias en la región Cusco, las lluvias originaron deslizamientos e inundaciones que arrasaron con todo lo que encontraron a su paso. Las viviendas precarias y los terrenos cercanos a ríos fueron los más afectados.

Se hizo evidente la ausencia de planes de contingencia ante este tipo de hechos, la falta de una cultura de prevención por parte de los pobladores y autoridades. Ante este panorama, se trató de resarcir errores con ayuda de momento, como abrigo y alimentos que en muchas localidades no fueron suficientes para las miles de personas damnificadas.

Han pasado siete meses. La escena no ha cambiado, menos la crítica situación en la que se encuentran cientos de familias de la provincia. Sectores como Vallecito, Sauces y Santa Rita siguen esperando la ayuda humanitaria a la que muchos se comprometieron.

Un recorrido por dichas localidades nos permite comprender que tras cada vivienda destruida, tras cada hectárea de cultivo perdido, tras cada familia afectada; existen historias que esperan ser escuchadas. La depresión por lo pasado y los temores por nuevas inundaciones ocupa la mente de muchos.

La reconstrucción: es un pedido conjunto por los pobladores de la zona, esta tarea sólo será posible con el esfuerzo de todos. Al parecer, por ahora sólo ha sido escuchada por voces aisladas que silenciosamente cumplen dicha labor. Predes y Welthungerhilfe han iniciado esta tarea a través de la contribución económica de la Oficina de Ayuda Humanitaria de la Comisión Europea - ECHO, para la construcción de módulos de vivienda temporal que beneficia a familias de insuficientes recursos económicos.

A escasos meses del inicio de la temporada de lluvias, pero a muchos meses de haber ocurrido las inundaciones; las angustias se aproximan nuevamente. Felicitas observa su casa destruida y quiere ya despertar del mal sueño que le tocó vivir a inicios de año.

Por Zaida Tecsi Cruz